viernes, 4 de abril de 2008

Promovido a quinto año por orden de un juez

Cuando la justicia parece aplicarse para provecho de la corporación

El pibe desaprobó cuatro materias en febrero. Y con ello, como es natural, se vio obligado a repetir 4to año. Como cualquier hijo de vecino. Pero la cosa es que el pibe no era cualquier hijo de vecino, porque era hijo de ¡un juez!, Don Héctor Leguizamón Pondal, que presentó una acción de amparo ante la justicia y pidió la nulidad de uno de los cuatro exámenes desaprobados (el de Lengua y Literatura) porque consideraba que la reprobación no había sido justa. Vaya uno a saber. Puede que sí, puede que no. Yo no lo sé, porque yo no estaba allí. Pero el juez Leguizamón Pondal tampoco estaba allí. Se guió por lo que le dijo el chico. Claro que los padres siempre les creen a los hijos, no hay por qué dudar de lo que los chicos digan. Menos aún cuando son adolescentes.
La cosa es que el colegio (Fundación Educativa Wooodville, de San Carlos de Bariloche), rechazó el pedido de nulidad del examen, por considerar que estaba bien tomado y bien calificado. Pero el que no rechazó la acción de amparo fue otro juez, Don Carlos Cuéllar, que dictaminó que el menor debía ser promovido a 5to año hasta que se decidiera en firme sobre el pedido de nulidad. Así, el pibe, con cuatro materias, pasó a quinto.
Claro: la rectora del colegio renunció a su cargo. Un gesto de dignidad.
Mientras tanto, en el colegio Woodville había un problema: suponiendo que el examen cuestionado fuese declarado nulo por la justicia, el Ministerio, o quien fuese; se le tomara de vuelta y lo aprobase, el pibe seguía teniendo tres materias desaprobadas. Y con tres desaprobadas (ninguna de las cuales había sido impugnada por ningún juez) también repetía.
Por tanto, Don Leguizamón Pondal accedió a cambiar al chico a otro colegio en donde las cuentas daban: dos materias desaprobadas, una en veremos y la otra que en el Wodville era extracurricular y en el nuevo colegio no existía. Así que todos contentos. Menos la rectora, que está buscando otro trabajo, en donde pueda trabajar como docente sin que interfiera la justicia, o el partido peronista, o la Asociación de Panaderos y Confiteros.
Lástima el precedente. Porque ahora va a ser difícil determinar que un chico repite. Al menos va a ser difícil darle la vacante del chico repitente a otro que quiera entrar en su lugar, porque si la justicia decide que el chico no debe repetir, alguien se va a tener que sentar en el suelo. O puede venir la Inspectora y retar al colegio porque se tiene un curso excedido.
Qué se yo: si yo fuera juez, y tuviera un hijo que desaprueba cuatro materias, no presentaría un recurso de amparo para que me lo promuevan a través de la justicia. Primero, porque si mi hijo llegó a febrero teniendo que dar cuatro materias, quizá tenga que aprender a estudiar más. Segundo, porque repetir no es una cosa terrible. A muchos les hace bien. Tercero, porque hay cosas mucho más importantes de las que se tiene que ocupar la justicia, y que a veces esperan años (como los ajustes jubilatorios de personas que los merecen, mucho más que este chico un cuatro, y quizá se mueran sin recibirlos, porque la justicia, tan expeditiva en este caso, es exasperantemente lenta en otros). Y por último, por una cuestión de ética. Con todo respeto, juez Leguizamón Pondal, y desde mi lugar de educador de muchos años: queda muy mal, y se presta a lecturas que quizá no sean justas, el hecho de que usted, que es juez y camarista, pida un recurso de amparo para amparar a un hijo suyo, y que el recurso salga de inmediato. Hubiera sido mucho más formativo, de su parte (me parece) que hubiese tratado de resolver el tema de otra manera. Porque (recuerde) su hijo desaprobó cuatro, no tres. Y con tres desaprobadas, también repite.